La soledad no deseada

    La soledad no deseada es un problema de salud pública que afecta sobre todo a las personas mayores y puede conducir a situaciones de aislamiento y tener consecuencias negativas para la salud. Especialmente en el contexto de pandemia que vivimos actualmente, este problema se ha acentuado debido a las restricciones y a los riesgos del COVID-19 para la salud de las personas mayores.

    Es necesario abordar esta realidad para concienciar a la sociedad, prepararse y asumir el proceso de envejecer. Además de adaptar nuestras relaciones familiares y de vecinos, así como los recursos sociales y sanitarios, a este fenómeno social que se agrava año a año especialmente en Aragón, que es una de las Comunidades Autónomas más envejecidas de España.


 

¿Qué es la soledad?

    La soledad es una experiencia que surge ante situaciones no elegidas que pueden provocar aislamiento y sentimientos negativos en aquellas personas que la viven. No es lo mismo estar solo que sentirse solo.

    La pérdida de contacto con nuestros semejantes no solo altera el comportamiento, sino que modifica las hormonas del estrés, la función inmune y la función cardiovascular. La soledad puede desencadenar una serie de eventos fisiológicos que aceleran el proceso de envejecimiento y aumentar los riesgos de morir prematuramente. 

Causas de la soledad

  • Pérdidas conyugales, familiares y de la red social, con el consiguiente deterioro de la autoestima, crisis de identidad y de la pérdida de roles.
  • Deterioro del organismo y enfermedades: se ve disminuida su capacidad de autonomía y la posibilidad de desenvolverse en las actividades del día a día. 
  • La inactivida: contribuye al deterioro cognitivo, de movilidad.
  • Bajos ingresos: agravan la situación al carecer de recursos económicos suficientes para ser atendidos adecuadamente.
  • Estereotipos falsos sobre las personas mayores: se perciben como una carga y esta visión limita el desarrollo humano de las personas mayores y distorsiona su autopercepción

Consecuencias en la salud

  • Ansiedad, depresión y suicidio.
  • Deterioro cognitivo y demencia.
  • Insomnio, miedo y percepción de amenaza. 
  • Mortalidad temprana. 
  • Riesgo de sufrir accidentes domésticos.
  • Riesgo de sufrir abusos y maltratos. 
  • Progresión de enfermedades cardiacas, obesidad, diabetes o Alzheimer.

¿Y qué podemos hacer para que nuestros mayores no se sientan solos?

    En primer lugar, entender que las personas mayores, por el hecho de serlo, no son dependientes y que la vejez es una etapa más de desarrollo y madurez. Esta etapa debe verse como una etapa activa y para eso es necesario romper con la inactividad y apostar por el envejecimiento activo, equilibrando la salud mental y la física. 

    Las personas mayores pueden llevar vidas autónomas, integradas y de calidad si cuentan con la ayuda necesaria para lograrlo. Y debemos tener presente que tienen mucho que aportarnos a través de sus experiencias y su visión de la vida. Para todo esto es fundamental la participación de las familias, de la ciudadanía y de todas las instituciones.

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