Por ello queda manifiesta la necesidad de establecer y desarrollar planes preventivos en salud pública específicos para mitigar los efectos de las bajas temperaturas sobre la salud de la población. Esta necesidad se manifiesta en el Plan Estratégico de Salud y Medio Ambiente, elaborado por el Ministerio de Sanidad y el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el cual se establece entre sus acciones el desarrollo e implementación de un Plan Nacional de actuaciones preventivas por bajas temperaturas con el objetivo de reducir el impacto sobre la salud de la población asociado a las bajas temperaturas.
En este Plan Nacional de actuaciones preventivas por bajas temperaturas se establecen las recomendaciones para reducir los efectos en la salud asociados a las bajas temperaturas, así como las medidas para coordinar las instituciones de la Administración del Estado implicadas. Asimismo, propone acciones que se pueden realizar por parte de las Comunidades Autónomas y/o la Administración Local.
Asimismo, se establecen unas determinadas acciones para la prevención y el control, estructuradas en varios niveles de actuación según el nivel de riesgo alcanzado como consecuencia del descenso de las temperaturas.
Para el buen funcionamiento de este Plan Nacional, es necesario contar con unos sistemas avanzados de información meteorológica, los cuales proporcionan información primordial de cara a la anticipación de los posibles efectos en la salud derivados de la exposición a bajas temperaturas. Simultáneamente, la ejecución de un Sistema de Información y Análisis de la Mortalidad permitirá un seguimiento de las mortalidad diaria adecuado para la detección rápida de otros problemas de salud.
Algo fundamental en este Plan es la implicación con los Servicios Sociales, ya que entre los grupos más vulnerables se encuentran las personas mayores. La participación de las Administraciones, tanto a nivel central como autonómico y local, de organizaciones y sobre todo la concienciación y el apoyo a colectivos más sensibles, resultan esenciales para evitar en mayor medida posibles daños en la población. Otro elemento primordial es la información a los ciudadanos, a los grupos de mayor riesgo y a los profesionales sanitarios y de servicios sociales.