Beber agua, hidratarse, estar saludable


El agua es muy mportante para el buen funcionamiento de nuestro organismo. El agua es el componente mayoritario de las células del cuerpo (excepto en el caso de las células grasas) y también protege y es lubrificante para el cerebro y las articulaciones. El agua transporta los nutrientes a las células del cuerpo y se encarga de retirar de las mismas los residuos o sustancias de desecho. También ayuda a regular la temperatura corporal mediante la redistribución del calor desde tejidos activos hasta la piel y mediante el enfriamiento del cuerpo a través del sudor.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) establece el consumo de 2,5 litros de agua al día para la población masculina adulta y de 2 litros diarios de agua para la población femenina adulta. En jóvenes de 9 a 13 años, el consumo recomendado es de 2,1 litros/día para los niños y 1,9 litros/día para las niñas. Esta cantidad podría aumentar en caso de actividad física, aumento de la temperatura o humedad ambiental, fiebre o pérdida de líquidos.

Según la EFSA, entre el 70% y el 80% de la hidratación diaria debe provenir de diferentes tipos de bebidas, preferiblemente el agua, mientras que entre el 20% y el 30% restante es aportado a través de la ingesta de alimentos sólidos.
Un buen nivel de hidratación también resulta indispensable para el correcto funcionamiento de las funciones biológicas más básicas y facilita el rendimiento intelectual.

Según muestra la Pirámide de la hidratación de la  Sociedad Española de Nutrición Comunitaria(SENC) :
  • La mayoría de ese líquido debe proceder del agua de bajo contenido salino, que  se encuentra en  la base de la pirámide de hidratación.
  • En un segundo escalón estarían las aguas de alto contenido salino, así como las bebidas refrescantes, café, té u otras infusiones, todos ellos sin azúcar.
  • El tercer bloque es el de las bebidas con ciertos contenidos calóricos y nutrientes de interés, como los zumos de frutas naturales, los zumos de verduras, los caldos, la leche o lo productos lácteos sin azúcar y bajos en grasa, la cerveza sin alcohol o los cafés y tés con azúcar.
  • En la cúspide de la pirámide estarían los refrescos azucarados y los zumos comerciales, cuyo consumo solo debe ser ocasional.




Hay algunas etapas especialmente importantes para vigilar el balance hídrico son el embarazo y la lactancia.
En estas etapas, las mujeres tienen necesidades de hidratación diferentes, ya que un suministro adecuado de agua es fundamental para satisfacer las necesidades de líquido del cuerpo de la madre y del bebé.
La EFSA aconseja que, debido al aumento de peso corporal y de ingesta energética durante el embarazo, se deberían añadir 300 mililitros a la ingesta diaria de 2 litros recomendados en mujeres.
Por otro lado, en el periodo de lactancia, la EFSA indica que se debería añadir una cantidad adicional de entre 600 y 700 mililitros a la ingesta diaria de referencia para las mujeres.

Los riñones necesitan agua
El 60% del organismo humano está compuesto de agua y son los riñones los que se encargan de mantener los volúmenes adecuados y la composición óptima de los líquidos corporales.
La baja ingesta hídrica y balances de agua negativos sostenidos es uno de los principales factores de riesgo comunes a la litiasis renal, una patología relacionada con los hábitos de alimentación e hidratación”.

Ejercicio físico, imprescindible la hidratación
La práctica de ejercicio físico provoca un aumento de la temperatura corporal lo que conlleva una mayor pérdida de agua a través de la sudoración que a su vez podría provocar una deshidratación.
La pérdida de líquidos por sudoración durante la actividad física es de entre 1 y 2 litros por hora, pudiendo variar dependiendo del tipo de actividad, la intensidad, duración y condiciones climáticas.

La hidratación va asociada también a la alimentación a ser posible sostenible: 
  • Siguiendo la técnica de las ‘3R: Reducir, Reutilizar y Reciclar’.
  • Apostar por productos de cercanía y de temporada.
  • Leer el etiquetado de los productos para conocer su composición antes de tomar la decisión de compra.
  • La concienciación a favor del comercio justo.
  • Prácticas éticas de agricultura, ganadería y pesca.

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