La Organización Mundial de la Salud (OMS) lleva años advirtiendo que la mayoría de la población duplica la ingesta recomendada de sal, y ese elevado consumo, contribuye a la hipertensión arterial, aumentando el riesgo de cardiopatías y accidentes cerebrales.
La misma OMS recomienda tomar como máximo 2 gramos
de sodio al día, el equivalente a 5 gramos de sal diarios. Así contribuiríamos a combatir
los peligros de la sal, logrando “disminuir la tensión arterial y el riesgo de
enfermedad cardiovascular, accidente cerebrovascular e infarto de miocardio”
señala.
Pero ¿por qué es la sal tan perjudicial para nuestra salud ?. La Asociación Americana del Corazón indica que una dieta alta en sal provoca la retención de líquidos, esto supone una carga adicional para el corazón y los vasos sanguíneos, lo que puede causar un aumento de la presión arterial. La sal se puede considerar una aliada de la hipertensión, porque su consumo excesivo interfiere en el adecuado funcionamiento del mecanismo natural del cerebro destinado a evitar elevaciones de la presión arterial, por lo que, ingerir demasiada sal eleva nuestra tensión. Y al ser la hipertensión uno de los principales factores de riesgo cardiovascular, el control de su consumo es esencial. La sal es por tanto un factor de riesgo que podemos controlar por nosotros mismos y reducir la cantidad de sal que tomamos está en nuestras manos.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, al reducir el consumo de sodio al día (que no debería ser mayor a los 2.3 gr de sal), se podría evitar hasta 1 de cada 4 ataques al corazón o accidentes cerebrovasculares. Por lo tanto, para quienes padecen de hipertensión lo mejor es no agregar sal a la comida y verificar los productos que la contienen, como los alimentos procesados e industrializados, que contienen la llamada “sal invisible”, de la que procede entre el 70 y el 80% de la sal que consumimos diariamente. Además recomiendan que toda la sal que se consuma sea sal yodada, para un desarrollo sano del cerebro y para optimizar las funciones mentales en general.
¿Cómo reducir la sal de
nuestras comidas?
Para lograr reducir la cantidad de sal
que ingerimos a diario no solo debemos mantener el salero lejos. Los especialistas aconsejan o recomiendan que nuestra alimentación se base
en alimentos frescos, que es la mejor manera de controlar la sal que consumimos
durante el día. Igualmente mirar la cantidad de sodio que aparece en muchos de
los alimentos industriales y precocinados que compramos.
Otra recomendación para reducir la sal
sin renunciar a sabores sabrosos es sustituirla por otros condimentos. Como se explica en
la guía de compras para una
alimentación saludable de la Fundación Española del Corazón, los sofritos y salsas de tomate son
una buena fuente de antioxidantes, pero a menudo tienen demasiada sal. Para
reducirla podemos usar las especias que pueden dar sabor a nuestros platos sin
añadir más sodio del recomendado. También podremos usar zumo de limón o vinagre en lugar de sal en las
ensaladas o dar sabor a un guiso con verduras y hortalizas como la cebolla, el
puerro o el ajo en vez de añadiendo sal.
La mejora de nuestros hábitos alimentarios es una responsabilidad que incumbe tanto a la sociedad como al individuo, y exige un enfoque que abarque a toda la población.